Hay muchos jóvenes que aprendieron este hecho histórico en sus tiempos escolares. A medida que pasan los años adquiere más relevancia histórica este hito fundamental de nuestra historia independentista. La Batalla de Tucumán.
En la mañana del 24 de septiembre de 1812, en el Campo de las Carreras, en las inmediaciones de la ciudad de San Miguel de Tucumán, el ejército realista enfrentó a un pueblo en armas comandado por Manuel Belgrano.
La Batalla de Tucumán fue un enfrentamiento armado a campo abierto que hoy es considerado uno de los enfrentamientos más importantes de las guerras por la Independencia de Argentina. Como señaló el historiador y ensayista Hernán Brienza “tanto el éxodo jujeño como la Batalla de Tucumán son fundamentales para la historia de la emancipación. Si aquel enfrentamiento se perdía, posiblemente la emancipación americana hubiera tardado mucho tiempo más en efectuarse”.
Belgrano lideraba un pueblo que exhibía rostros de toda América: tucumanos, porteños, cochabambinos, jujeños, paceños, salteños chuquisaqueños, potosinos, santiagueños, cordobeses; mujeres, niños, ancianos, oficiales gauchos y soldados.
El Ejército del Norte al mando del general criollo Manuel Belgrano estaba formado por unos 3.600 hombres entre tropas regulares, milicianos y voluntarios mientras que el Ejército Real del Alto Perú, comandado por el brigadier peruano Juan Pío Tristán, estaba integrado por unos 7.000 hombres, la mayoría de ellos americanos. Una desigualdad que para ser compensada necesitó de mucha capacidad estratégica e inteligencia operativa.
El encuentro entre ambas infanterías duró cuatro horas y los resultados fueron contundentes: las pérdidas patriotas alcanzaron los 71 muertos y 200 heridos, mientras que los realistas sufrieron 450 pérdidas, 200 heridos y 626 prisioneros.
O sea que la batalla se saldó con una importante victoria patriota que permitió detener el avance realista sobre las Provincias Unidas del Río de la Plata y que los gobiernos asentados en Buenos Aires mantuvieran el control sobre la región del noroeste del actual territorio argentino. También permitió forjar una identidad colectiva, surgida de la lucha contra los realistas, que consolidó el alineamiento de Tucumán con el poder político establecido en Buenos Aires.
Aunque es oportuno señalar que lo más destacable del hecho sucedió antes de la batalla y tuvo que ver con la osadía y la convicción, porque la orden del Triunvirato (que gobernaba las Provincias Unidas del Río de la Plata) era concreta, le pedían a Manuel Belgrano que retrocediera con el ejército patriota hasta Córdoba, que no presente batalla a los realistas en ningún punto de la huida. Pero Manuel Belgrano, un general improvisado, se consideró a sí mismo incapaz de dejar a esos pueblos a merced de los enemigos, a su sed de venganza y de saqueo, de muerte segura.
Tenía poca experiencia al frente de estas tropas. El General se había hecho cargo en Jujuy de lo que quedaba del Ejército Revolucionario, vencido en Huaqui. Cuando el ejército realista cruzó la Quebrada de Humahuaca y marchó hacia la ciudad de Jujuy, Belgrano comprendió que no podía defender la plaza, por lo que el 23 de agosto ordenó la retirada de toda la población local. Este hecho se conoció como Éxodo Jujeño.
Cuando asumió el mando del ejército Belgrano fue recibido por un conjunto de soldados derrotados y con la moral por el piso, con poca preparación y faltos de disciplina. Su primer gran desafío fue reorganizar las tropas y replegarse hasta Tucumán. Ponerlas a salvo de los realistas.
En este contexto se dio la brillante desobediencia de Belgrano al desoír la orden de continuar la huida hacia Córdoba. Se detuvo en Tucumán donde la población y las autoridades locales se mostraron dispuestas a acompañarlo en la lucha.
Belgrano mandó cavar fosos en las esquinas de varias calles, armó barricadas y colocó allí a la artillería que no iba a llevar a la batalla. Los vecinos tucumanos reclutaron gente para engrosar el ejército, aportaron caballadas y donaron ganado y alimentos para el mantenimiento de las tropas.
La victoria de Belgrano en la Batalla de Tucumán aquel 24 de septiembre de 1812 le puso un contundente freno a la invasión realista que debilitaba todo el proceso revolucionario. Además permitió conservar el noroeste del actual territorio argentino en manos de los patriotas.
El Primer Triunvirato de gobierno, ya muy desprestigiado, fue derrocado tres días después de conocerse la noticia de la victoria de Belgrano, por un golpe de Estado protagonizado por la Sociedad Patriótica y la Logia Lautaro y derivó en la llegada al poder del Segundo Triunvirato, que convocó a la reunión de la Asamblea General Constituyente, en 1813, a partir de la cual se profundizó el camino hacia nuestra independencia.
Fuentes consultadas: