Gracias a la Ley Justina actualmente se considera que todas las personas son donantes, salvo que en vida hayan expresado lo contrario. Este marco legal habilita la ablación de órganos y/o tejidos a toda persona capaz mayor de 18 años que no haya dejado constancia expresa de su negativa.
Gracias al impulso de la Ley Justina (27.447), millones de argentinos comenzaron a tener una mayor conciencia en cuanto a la donación de órganos y las personas que deciden convertirse en donantes aumentan año tras año. Según INCUCAI (El Instituto Nacional Central Único Coordinador de Ablación e Implante) en lo que va del 2022 más de 280 personas donaron sus órganos (Incucai), para 620 personas trasplantadas. El índice 6.06 indica la cantidad de donantes por cada millón de habitantes de este año (2022) y ese dato también muestra que queda mucho por recorrer.
Para ayudar en la visibilización del tema el senador nacional por Tucumán Pablo Yedlin visitó a tucumanos que fueron trasplantados en el sistema de salud de la provincia a partir de la recepción de órganos de otros tucumanos sensibles y solidarios. En las visitas Yedlin conoció las historias de vida y escuchó argumentos acerca de la importancia de donar.
Yedlin visitó a Angel, un tucumano de unos 46 años que fue trasplantado en el Hospital Padilla que contó que “Yo tenía un problema de hipertensión, un día llegué al Padilla con 26 de presión y me sentía muy mal. Me cayó muy mal cuando me atendieron y me dijeron que debía comenzar con la diálisis. Empecé ese mismo día. Me venían imágenes de mi padre que había muerto en diálisis y yo estaba llevando a mi familia hasta ahí nuevamente. Yo sabía que era feo ir a sentarme 4 horas en una silla, que te saquen sangre y que no lo iba a pasar bien ahí”.
Hace 11 años apareció la posibilidad de recibir una donación del riñón por parte de su mujer (persona viva) cuando los estudios certificaron la viabilidad del órgano que Ángel iba a recibir. Previamente se había comprobado la incompatibilidad del primer donante vivo relacionado, su hermano que también se había ofrecido. Ángel contó que “estuve un año y 4 meses en diálisis hasta que apareció esta posibilidad. Y sí, me cambió la vida. Es mejor estar tomando la medicación que estar sentado en una silla dializando. La contención que te dan en el Hospital es buenísima, todos los meses te dan las indicaciones de cómo tenés que tomar la medicación para poder mantener el riñón, igual con todos los controles, de diez”.
“Fue un momento muy difícil, yo tengo 7 hijos y quería criarlos a todos junto a mi mujer. Por suerte toda mi familia me apoyó mucho. El trasplante me cambió la vida, la calidad de vida muchísimo. Además estar en diálisis te lleva a que toda tu familia se sienta psicológicamente en ese estado en el que vos te sentís. Yo creo que todas las personas tenemos que ser donantes para seguir salvando la vida de otras personas que se encuentran en diálisis o esperando un riñón, un corazón, unas córneas. Esas personas que están esperando merecen tener mejor calidad de vida y para eso creo que todos debemos ser donantes”.
Cuando se habla de donación de órganos de un donante cadavérico se habla de la posibilidad de ablacionar y trasplantar el corazón, el hígado, los riñones, el páncreas, los pulmones y todos los tejidos, córneas, piel, hueso, tendones y válvulas cardíacas.
Mirta recibió un riñón de una persona fallecida, antes no era muy consciente de la importancia del tema pero contó que “sufrí fuerte el impacto al saber que mis riñones ya no funcionaban. Gracias a Dios no espere mucho, así que el proceso fue bueno. Estuve menos de un año en lista de espera. Además en el hospital público te hacen los estudios pre trasplante y si necesitas solucionar algo ellos te derivan a los lugares que son necesarios”.
Mirta no fue siempre donante, nos contó que “antes de que me pase a mi yo pensaba que no había que donar, que si te tocaba lo tenías que aguantar. Cuando me llamaron por teléfono y me dijeron que estaba todo listo para un posible trasplante y que vaya al hospital no podía creerlo. Sentí una mezcla de alegría y miedo a la vez porque no sabía cómo iba a ir todo. Pensaba que ir a dejar esa rutina agotadora de estar 4 horas en diálisis, iba a poder estar más tiempo con mi familia y hacer otras cosas. Te cambia la vida trasplantarte, a una persona en diálisis, a un enfermo hepático o del corazón, cuando alguien dona esa persona vuelve a vivir”.
Hoy en día Mirta confía en que la información y las campañas van a ayudar a que haya más donantes “siempre fue un problema de falta desinformación, me pasaba eso a mí, así como hoy le pasa a gente que conozco, repiten mitos o descreen porque no saben que es importante donar”.
“Mi calidad de vida mejoró muchísimo cuando pude trasplantarme, hoy al no estar en diálisis puedo viajar, puedo hacer deporte, puedo disfrutar muchas cosas de la vida. Todos tenemos que ser donantes, donar salva vidas. Y pensá que si sos familiar de una persona que falleció usar sus órganos es la mejor manera de recordarlo, saber que él salvó vidas. Donar nos une”.